martes, 27 de agosto de 2013

La "otra Antropología"


Antonio Argandoña:

la DSI es "otra antropología" distinta de lo "culturalmente impuesto

El Cardenal Jean-Marie Lustiger lo denunció contundentemente: “los principales problemas de la crisis mundial (hambre, subdesarrollo, guerras, etc.) tienen soluciones técnicas posibles. Si queremos, podemos alimentar a toda la población, desarrollar a todos los países nuevos, interrumpir la cadena de armamentos, etc. Pero, de hecho, no tenemos los medios técnicos disponibles porque no queremos los fines buenos. La imposibilidad se encuentra en nuestras voluntades, en nuestros corazones. Es por ello que las verdaderas respuestas serán espirituales o no serán. El futuro de una sociedad es
cuestión de caridad”.

Nuestros conciudadanos piensan de otra manera
Todo lo anterior nos conduce como de la mano hacia una sociedad cuyos valores han cambiado o están cambiando rápidamente, lo que conduce a un rechazo de la doctrina católica. He aquí algunos caracteres de esa sociedad, tal como la vemos ya en algunos países avanzados: 


  •   Individualismo radical: el individuo es la única realidad firme. Y esto se manifiesta en la autonomía de su vida privada: no quiere deber nada a nadie, busca la satisfacción individual, la singularidad y la originalidad personal (por ejemplo, en el consumismo), y centra la vida social en intereses personales, que se acaban convirtiendo en derechos particulares.

  •   Emotivismo ético: el presunto inmediatismo de la percepción moral lleva a la toma de decisiones en términos de preferencias personales, buscando la respuesta emocional a los problemas morales, sin suficiente recurso al juicio y a la reflexión. Y esa respuesta emocional salda las responsabilidades morales: una ética de sentimientos que, a menudo, no llega ni a eso, sino que se queda en la “sensación de vivir”: lo “auténtico” como criterio ético.

  •   Relativismo moral, porque las preferencias morales son personales, no universalizables. Incluso los derechos pierden su base ética: son, por tanto, relativos y cambiantes.
  •   Por tanto, la sociedad no apela a bienes comunes. Los valores éticos (relativos) se limitan al ámbito privado; en el terreno público solo puede haber acuerdos de intereses. No hay un papel para la ética pública; es más, el sostenimiento de valores sólidos aparece como sospechoso de fundamentalismo.

  •   La organización de la sociedad es suficiente para garantizar el equilibrio entre los individuos, sin necesidad de una ética social o política. En su caso, los vacíos institucionales se suplen con medidas de control: los problemas de convivencia aparecen como problemas ya no éticos, ni siquiera políticos, sino técnicos.
  •   En esa sociedad sin bienes comunes compartidos no hay fines sociales amplios. Desaparece el sueño de una sociedad justa, que en las naciones occidentales inspiró la política, sobre todo después de la segunda guerra mundial. La utopía política cede el paso al presente inmediato y fugitivo, a la gratificación de los deseos individuales. El sueño es ahora conseguir una estructura política y económica perfecta, que hagan superfluo que los ciudadanos sean honrados, lo que se pretende conseguir con la “mano invisible” del mercado y la “mano
    visible” de la democracia en la política.
  •   Se cae así en una forma de utilitarismo social: el “sistema” (el Estado, el mercado,
    la banca, la empresa, el partido político) debe garantizar la autonomía económica de los ciudadanos (empleo, pensiones, salud, seguridad, educación, vivienda,...), que dejan la solución de esos problemas en manos de unas estructuras que les superan, a cambio de la plena libertad en su vida privada. Pero, como la reciente crisis financiera ha puesto de manifiesto, el “sistema” no es estable, ni autorregulable: de ahí el nerviosismo de los ciudadanos, que desean que “los responsables” arreglen los fallos del sistema, y esto no ya como un desideratum técnico, sino como una exigencia moral: porque “tengo derecho” a que esos fallos sean corregidos, inmediatamente.
  •   Una consecuencia de todo lo anterior es la pérdida del sentido de responsabilidad personal, sobre todo en los asuntos que afectan a la sociedad: todos somos responsables de todo, de modo que nadie es responsable de nada. Las “grandes cuestiones” se delegan en los aparatos de los partidos políticos, en los expertos y en los grupos de poder, renunciando para ello, si es preciso, a una parte de la libertad personal.
  •   La vida social se construye, pues, sobre la utilidad y la gratificación personal, no sobre la amistad, la solidaridad o el amor. Faltan compromisos estables, precisamente porque no hay bienes comunes.

    Si nuestros conciudadanos responden a estos clichés, es lógico que no entiendan los argumentos de la Doctrina Social de la Iglesia. Y es lógico también que esta se esfuerce, como el payaso de la historia, en hacerles notar su error, porque “como consecuencia de nuestra cobardía, nosotros, la gente de esta generación, vivimos solo pequeños amores que no son capaces de llenar nuestras vidas, que se quedan, por tanto, vacías y sin gusto. Decimos que somos tolerantes solo porque no tenemos intereses apasionados en las vidas de los otros, y solo queremos que nos dejen en paz” (Rocco Buttiglione, en www.mercatornet.com, 8 de febrero de 2011).
La Doctrina Social se apoya en “otra” antropología
La Iglesia Católica no elabora filosofías ni teorías sociales, pero “ofrece al mundo ‘lo que posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad’” (Caritas in veritate, 18, citando a Populorum progressio, 13). ¿Quién es el hombre, para la Doctrina Social?
  •   Un ser creado por Dios, a su imagen y semejanza. No se ha dado el ser a sí mismo ni, por tanto, se ha dado el fin a sí mismo: debe buscarlo y aceptarlo; esa es la primera verdad sobre el hombre. Pero esto no se corresponde con las pretensiones de autonomía que mencionábamos antes: Dios tiene un proyecto para cada hombre, y este halla su bien cuando encuentra y acepta ese proyecto. Del mismo modo, la persona no se puede dar a sí misma los criterios morales que gobiernan su vida.
  •   Pero no es un ser solo dependiente, sino “único e irrepetible, existe como un ‘yo’ capaz de autocomprenderse, autoposeerse y autodeterminarse” (Compendio, 131). Es también inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre sí mismo y, por tanto, de tener conciencia de sí y de sus propios actos” (Compendio, 131). Es, pues, inteligente y libre, creativo y responsable.
  •   La persona “no es un átomo perdido en un universo casual” (Caritas in veritate, 29), como afirman los materialistas, ni una existencia absurda, como dicen los existencialistas. Creado por amor, “vive la sorprendente experiencia del don” (Caritas in veritate, 34), y está hecho para el don: tiene la capacidad de darse a los otros, y ahí encuentra su plenitud.
  •   Es sociable y relacional, abierto al mundo, a los demás y a Dios. “Toda la vida social es expresión de su inconfundible protagonista: la persona humana” (Compendio, 106). Su sociabilidad no es una exigencia debida solo a sus limitaciones, sino más bien a sus capacidades: necesita a los demás, pero se realiza cuando se relaciona con ellos. “Una de la pobrezas más hondas que el hombre puede experimentar es la soledad” (Caritas in veritate, 43).
  •   Tiene una capacidad, limitada pero real, de buscar y encontrar la verdad y el bien. Es capaz de percibir, entender, juzgar y decidir, aunque con fallos; es, pues, capaz de perfección y “se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador” (Caritas in veritate, 76).
  •   Está llamado al encuentro con Dios y a la vida eterna: “sin Dios el hombre no
    sabe a dónde ir ni tampoco logra entender quién es” (Caritas in veritate, 78).
  •   Herido por el pecado, a menudo hace lo que no debería hacer y deja de hacer lo que debería hacer. Esto significa que aquella capacidad para desarrollarse y alcanzar su plenitud como persona depende de él, pero no solo de él: necesita de
    la gracia.
  •   “La ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación
    del mundo, es el mandamiento nuevo del amor” (Gaudium et spes, 38).

    Todos estos puntos no son sino una aproximación a lo que la Doctrina Social de la Iglesia dice acerca de la persona humana. Si los mencionamos aquí es para hacer notar que la Iglesia Católica tiene una concepción muy clara de lo que es el ser humano, de sus capacidades y limitaciones, de su fin y de su plenitud. No es una concepción cicatera y pobre, sino enormemente amplia, rica y fecunda. Pero entendemos también que, cuando este mensaje llega a los oídos de nuestros conciudadanos, no siempre quieran aceptarlo. 

lunes, 12 de agosto de 2013

LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN


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LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN

Un modelo económico con futuro Resumen en 20 puntos, 1 de febrero de 2012
Según una encuesta de la fundación Bertelsmann, el 80 por ciento de los alemanes y el 90 por ciento de los austriacos esperan un nuevo orden económico. La economía del bien común (Deuticke, 2010) es un sistema económico alternativo completo, los fundamentos habían sido desarrollados por Christian Felber en Nuevos valores para la economía (Deuticke, 2008) y más tarde pulidos por un, cada día mayor, círculo de empresarios. El fin es escapar de la discusión estéril: “Quien está contra el capitalismo, está con el comunismo” y ofrecer un camino concreto y viable para el futuro. Hasta finales del 2011 apoyaron la iniciativa más de 500 empresas de 13 países. 200 empresas pioneras aplicanrán el corazón del modelo, el Balance del Bien Común. El movimiento crece globalmente en cada día más ramas de actuación. 31 “Campos de energía” (grupos de apoypo local) se han fundado hasta la fecha en Austria, Alemania, Italia, Suiza, Liechtenstein, España, Argentina y Honduras.
Aquí presentamos los 20 puntos centrales:

1. La economía del bien común se basa en los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad. Según recientes investigaciones científicas conseguir buenas relaciones es la mayor fuente de motivación y felicidad de los seres humanos.
2. El marco legal económico experimenta un giro radical, cambiando las reglas del juego de afán de lucro y competencia por cooperación y contribución al bien común: Empresas que practican la cooperación serán recompensados. En cambio, el comportamiento competitivo conlleva desventajas.
3. El éxito económico no es medido por indicatores monetarios como el beneficio financiero o el BIP, sino con el balance del bien común (a nivel de empresas) y el producto del bien común (a nivel de sistema). El balance del bien común se convierte en el balance principal de todas las empresas. Cuanto más social, ecológica, democrática y solidaria sea la actividad, mejores serán los resultados del balance del bien común alcanzados. Mejorando los resultados del balance del bien común de las empresas en una economía nacional, mejorará el producto del bien común.
4. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos, privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación, etc. La entrada en el mercado se verá, por tanto, más favorecida para actores éticos y sus productos y servicios, que los de los no-éticos, indecentes y no ecológicos.
5. El balance financiero será el balance secundario. El beneficio financiero pasa de ser fin a ser medio. Éste sirve sólo para aumentar el ‘nuevo’ fin empresarial: Aportación al bien común. Los excedentes del balance financiero deberán utilizarse para: inversiones con plusvalía social y ecológica, devolución de créditos, depósitos en reservas limitadas, bonificación a los empleados de forma restringida, así como créditos sin intereses a empresas cooperadoras. No se utilizarán los excedentes para bonificar a personas que no trabajan en la empresa, adquisición hostil de otras empresas, inversión en mercados financieros (éstos dejarán de existir), o aportaciones a partidos políticos. En contrapartida, el impuesto sobre el beneficio empresarial será eliminado.
6. Como el beneficio financiero es ahora un medio, y deja de ser un fin, las empresas pueden esforzarse hacia su tamaño óptimo. No tienen que temer ser adquiridas, o sentirse obligadas a crecer para ser más grandes, más fuertes o con mayores beneficios. Todas las empresas están liberadas de la coerción de crecer y tragar.
7. Exisitiendo la posibilidad de aspirar sin miedo al tamaño óptimo, habrá muchas empresas pequeñas en todas las ramas. Como no tienen que crecer más, les será más fácil cooperar y practicar la solidaridad. Se pueden ayudar mutuamente con conocimientos, tecnología, encargos, personal o créditos sin interés. Serán recompensadas con resultados del balance del bien común positivos. Las empresas van formando una red de aprendizaje solidaria, la economía se transforma en un sistema win-win.
8. Las diferencias de ingresos y patrimonios serán limitadas: Ingresos máximos de por ejemplo 20 veces el salario mínimo. Propiedades que no excederán p. ej. los 10 millones de euros, el derecho de cesión y herencia, 500.000 euros por persona, en empresas familiares a 10 millones de euros por hijo. El excedente sobre estos límites serán repartidos a través de un “fondo de generaciones” como “Dote democrático” a las siguientes generaciones: igualdad de capital inicial significa mayor igualdad de oportunidades. (Los márgenes exactos deberán ser definidos democráticamente en una asamblea económica.)
9. En grandes empresas a partir de un elevado numero de empleados (por ejemplo, más de 250) los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos. La población podrá ser representada directamente a través de “parlamentos económicos regionales”. El gobierno no posee derecho decisorio o de intervención en empresas publicas.
10. Esto es igualmente válido para los bienes democráticos, la tercera categoría de propiedad, junto a una mayoría de pequeños y medianos empresarios y grandes empresas de propiedad mixta. Por bienes democráticos entendemos instituciones económicas públicas en campos de enseñanza, salud, acción social, movilidad, energía, o comunicación: la infraestructura básica.
11. Un bien democrático importante es el banco democrático. Éste sirve, como todas las empresas, al bien común y, como todos ellos, controlado por la ciudadanía soberana y no por el gobierno. Sus servicios consisten en depósitos de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés reducido y créditos de riesgo com plusvalía social y ecológica. El Estado se financia primordialmente a través de créditos sin interés del Banco Central. El Banco Central obtiene el derecho exclusivo de la creación de dinero y efectúa las transacciones de capitales internacionales para impedir evasión fiscal. Los mercados financieros en la forma actual ya no existen.
12. Siguiendo la propuesta de John Maynard Keynes del 1944, se establece una cooperación monetaria global a base de una unidad de calculación (p. ej. “globo”, “terra”) para el comercio international. A nivel local, monedas regionales pueden complementar la moneda nacional. Para protegerse de la competencia injusta, la UE inicia una zona de comercio justo (Zona del Bien Común) con estándardes harmonizados o con tarifas aduaneras correlacionadas con el resultado del BBC de la empresa productora. A largo plazo, la meta es una Zona del Bien Común en la ONU.
13. A la naturaleza se le concede un valor propio por lo cual no puede transformarse en propiedad privada. Quien necesite un pedazo de tierra para vivir, agricultura o comercio, se le cede una superficie limitada de forma gratuita o pagando una tasa de utilización. El uso de la tierra está condicionado a criterios ecológicos y al uso concreto. Esto será el final de la especulación inmobiliaria, el “landgrabbing” (apropriación de grandes superficies por multinacionales u otros países) y el latifundismo. En contrapartida, se anula el impuesto sobre el terreno.
14. El crecimiento económico deja de ser un fin. Un nuevo objetivo será la reducción de la huella ecológica de personas privadas, empresas y naciones, hacia un nivel globalmente sostenible y justo. El imperativo categórico de Kant será extendido a la dimensión ecológica. Nuestra libertad de elegir un estilo de vida determinado encuentra su fin cuando limita la libertad de otros de elegir el mismo estilo de vida o por lo menos llevar und vida en dignidad. Personas privadas y empresas serán incentivadas para medir su huella ecológica y reducirla a un nivel globalmente sostenible y justo.
15. El horario de trabajo retribuido se verá reducido escalonadamente hacia la marca, deseada por mayoría de 30 a 33 horas semanales. De este modo queda tiempo libre para otros tres campos de trabajo de gran importancia: trabajo de relaciones y cuidados (niños, enfermos, ancianos), trabajo de crecimiento personal (desarrollo de la personalidad, arte, jardín, ocio), trabajo en la política y
actividades públicas. Como consecuencia de este reparto más equlibrado entre las distintas actividades, el estilo de vida se hará más suficiente, menos consumidor, y más sostenible.
16. Cada décimo año en la profesión es un “año sabático” que será financiado a través de un salario mínimo incondicional. Las personas pueden hacer en este tiempo lo que quieran. Esta medida descarga el mercado de trabajo en un diez por ciento de la tasa de desempleo en la Unión Europea.
17. La democracia representativa será completada por la democracia directa y la democracia participativa. La ciudadanía soberana debería poder controlar y corregir su representación, decretar leyes por si misma, modificar la constitución y poder controlar las infraestructuras de abastecimiento: ferrocarril, energía, agua, correos, bancos. En una democracia real son idénticos los intereses de los representantes y los de la ciudadanía soberana. Requisitos para ello son derechos constitucionales de co-legislar y de controlar por parte de la ciudadanía soberana.
18. Todos los puntos angulares deberán madurarse a través de discusiones intensas en un amplio proceso de bases, antes de que se conviertan en leyes elaboradas por una asamblea económica directamente elegida; su resultado se votará democráticamente por la ciudadanía soberana. Lo que sea aceptado, se introducirá en la constitución y sólo podrá volverse a cambiar con el respaldo de la ciudadanía soberana. Aparte de la asamblea económica del bien común puede haber otras convenciones para profundizar la democracia: asamblea para la educación, asamblea para los medios de comunicación o una asamblea para el desarrollo de la democracia.
19. Para afianzar en los niños los valores de la economía del bien común y poderlos practicar, el sistema de educación debería estar orientado igualmente hacia el bien común. Esto requiere otra forma de enseñanza y otros contenidos, como por ejemplo: emocionología, ética, comunicación, educación democrática, experiencia de la naturaleza y sensibilización corporal.
20. Debido a que en la economía del bien común, el éxito empresarial posee un significado muy diferente al que actualmente recibe, se demandan otras competencias de gestión. Las empresas ya no buscan a los gerentes más duros y ejecutivos de la “eficiencia cuántitativa”, sino a los más responsables y socialmente competentes, los más empáticos y sensibles que consideran la co- determinación como una oportunidad y un beneficio para todos.

La economía del bien común no es ni el mejor de los modelos económicos ni el final de una historia, sólo el paso siguiente hacia un futuro más sostenible, justo y democrático. Se trata de un proceso participativo, de desarrollo abierto que busca sinergia en procesos similares como: economía solidaria, economía social, movimiento de bienes comunes, economía del post- crecimiento o democracia económica. Juntando sus esfuerzos, una gran cantidad de personas y actores son capaces de crear algo fundalmente nuevo. La implementación de la visión requiere motivación intrínseca y autorresponsabilidad, incentivos económicos, un orden político-legal coherente, así como concienciación. Todas las personas, empresas y comunidades están invitadas a participar en la reconstrucción de la economía hacia el bien común.

Más información en: www.economia-del-bien-comun.org Contacto: Ana Moreno: espania@economia-del-bien-comun.org
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