La desafección hacia el matrimonio se observa en muchos países de Occidente, pero no entre todos los sectores sociales. En América, casarse sigue siendo la manera más normal de fundar una familia entre personas con estudios universitarios y buenos ingresos, mientras que en los niveles socioeconómicos inferiores es más habitual eludir el compromiso matrimonial. Así nos lo cuenta ACEPRENSA:
Un informe que se acaba de publicar muestra que el declive del matrimonio que se da en Estados Unidos está afectando a la base del orden social: la clase media. El informe, titulado When Marriage Disappears: The Retreat from Marriage in Middle America (“Cuando desaparece el matrimonio: el alejamiento del matrimonio por parte de la clase media norteamericana) es un trabajo conjunto del National Marriage Project de la Universidad de Virginia y del Institute for American Values.
La investigación, desarrollada por W. Bradford Wilcox y Elizabeth Marquardt, observa que en la clase acomodada el matrimonio es más estable y parece estar fortaleciéndose. Entre los desfavorecidos, el matrimonio sigue mostrándose frágil. Pero la tendencia más reciente y de mayor importancia es que la institución matrimonial está debilitándose en la clase media. Entre los estadounidenses de clase media, definidos a los efectos del informe como quienes poseen un diploma de enseñanza secundaria pero carecen de una titulación universitaria, las tasas de maternidad fuera del matrimonio y las de divorcios están creciendo.
Este conjunto “moderadamente educado” de la clase media constituye un 58% de la población adulta. Aquellos con formación universitaria suman el 30%. El restante 12% son los que no terminaron la secundaria.
Línea divisoria
El informe descubre que el matrimonio se está convirtiendo en los Estados Unidos en una línea divisoria entre los de nivel educativo intermedio y quienes poseen título universitario.
Aunque el matrimonio sigue siendo apreciado, se ha reducido la probabilidad de que los norteamericanos con educación secundaria formen matrimonios sólidos, mientras que entre sus compatriotas que han cursado estudios superiores se produce el fenómeno contrario.
Los que se declaran felices en su matrimonio son el 69% de los adultos casados que han cursado educación superior, pero sólo el 57% de los del nivel educativo inmediatamente inferior y el 52% de quienes tienen educación elemental.
Matrimonios más frágiles
También las tasas de divorcio han subido entre los estadounidenses con educación de grado medio, mientras que han descendido entre los de estudios superiores.
Entre los años setenta y los noventa, la probabilidad de divorcio o separación en los diez primeros años de matrimonio decreció entre los más instruidos (bajando del 15 al 11%); subió un poco entre los que habían completado la enseñanza media (del 36% al 37%), y también disminuyó entre los menos instruidos académicamente (del 46% al 36%).
En consecuencia, el porcentaje de adultos con una educación media que permanecían casados en su primer matrimonio cayó del 73% de los años 70 hasta el 45% de la última década. En el mismo periodo, la caída fue de 17 puntos entre los adultos con estudios universitarios y de 28 puntos entre los adultos con pocos estudios.
Es cada vez más probable que los norteamericanos con estudios medios convivan en una unión de hecho en vez de casarse. Desde 1988 hasta ahora, el porcentaje de mujeres de 25-44 años que habían vivido en estas uniones subió 29 puntos en las de estudios medios, 24 puntos entre las de pocos estudios, y 15 puntos entre las que tenían estudios universitarios.
Hijos nacidos fuera del matrimonio
Tener hijos sin estar casados es mucho más probable entre los de niveles medios de educación que entre quienes poseen titulación superior.
A principios de los 80, solo el 2% de los niños de madres con educación superior venían al mundo fuera del matrimonio, frente al 13% de los nacidos de madres con educación media, y el 33% de los hijos cuyas madres tenían el nivel educativo más bajo. A finales de la primera década del siglo XXI, el porcentaje de niños nacidos fuera del matrimonio para las madres con estudios universitarios era del 6%. Los otros dos grupos experimentaron un acusado aumento, hasta el 44% para las madres con una educación media, y hasta el 54% para aquellas con pocos estudios.
Igualmente es más probable que antes que los hijos de padres con educación superior vivan con sus dos progenitores, mientras que en familias cuyos padres tienen estudios medios la probabilidad es mucho menor.
El aumento de divorcios y la crianza de los hijos fuera del matrimonio, en las comunidades de clase media y baja, ha dado como resultado que cada vez más niños de dichas comunidades vivan en hogares en los que no están sus padres biológicos o acaben viviendo en hogares de adopción.
Como dato concreto, el porcentaje de muchachas de 14 años de madres con titulación universitaria y que viven con sus dos padres se mantiene en un 81% en la primera década de este siglo, pero la proporción de jóvenes de esa misma edad que son hijas de madres con educación media y que viven en idénticas condiciones se ha visto reducida al 58%. Y el porcentaje de las muchachas de idéntica edad que vivían con ambos progenitores del nivel de instrucción más bajo, descendió del 65% al 52%.
Se aleja el “sueño americano”
El informe detecta tres cambios culturales que han jugado un papel decisivo en el debilitamiento del matrimonio entre los norteamericanos de clase media.
El primero es una actitud más permisiva en la concepción del matrimonio. El segundo, consecuencia del anterior, es una mayor probabilidad de que estos norteamericanos adopten comportamientos –un número mayor de parejas sexuales y más infidelidad matrimonial– que pongan en peligro sus perspectivas matrimoniales. El tercer cambio cultural es que los norteamericanos con una educación media cada vez son más reticentes a abrazar valores tradicionales como posponer la gratificación o centrarse en la educación. El informe anota después la influencia de algunos otros cambios, como el descenso de la práctica religiosa y la mayor aspiración a encontrar un “alma gemela”, lo que hace que el nivel exigido para casarse sea más elevado que antes.
En general, concluye el informe, “la vida familiar de los estadounidenses con educación de grado medio se asemeja cada vez más a la de los que no completaron dicho ciclo, y que con excesiva frecuencia se ven agobiados por problemas económicos, conflictos de pareja, maternidad en solitario e hijos problemáticos.”
El arrinconamiento actual del matrimonio entre las personas de educación media está poniendo el “sueño americano” fuera del alcance de muchos, advierte el informe. “Hace más difícil la vida de las madres y aleja cada vez más a los padres de las familias. Incrementa las probabilidades de que sus hijos sufran fracaso escolar en la educación secundaria, acaben teniendo problemas de delincuencia, haya más embarazos de adolescentes entre ellos o acaben tomando la senda equivocada de algún otro modo. A medida que el matrimonio –un estado al que antiguamente todos podían aspirar– se convierte cada vez más en terreno acotado de la clase acomodada, crece la brecha social y cultural.”
1 comentario:
D. Vicente, en USA una de las principales causas de pobreza es la separación / divorcio.
En cuanto que los matrimonios sea más habitual en un personas más preparadas académicamente tiene una explicación. El matrimonio no es fácil porque se trata de un compromiso de por vida continuamente agredido por la sociedad y, por desgracia, para conservarlo y mantenerlo, además de amor, hace falta mucha cabeza y "autonomía" frente a las modas imperantes. Las personas con mayor preparación intelectual - que no capacidad- son menos propensas a ser "manejadas" o manipuladas por las modas.
También está comprobado que los hijos de matrimonios y familias unidas, en general, tienen una mejor rendimiento escolar y una mayor integración social (autoestima) por lo que en el mundo laboral obtienen rendimientos mejores por lo que se animen, de adultos, "a repetir experiencia".
Está clara que el matrimonio es un artículo de lujo en cuanto que sólo aporta beneficios aunque, como todo lo que merece la pena, requiere esfuerzo, cabeza, cariño y ayuda de Dios.
Por cierto, ¿porque no se pueden hacer comentarios anómimos?
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