Querer no es lo mismo que amar
Con frecuencia se apela al amor como la razón fundamental que da derecho a expresar ese amor sexualmente: "Porque nos queremos", dicen. De que se quieran (desean) no hay duda, pero ¿se aman? Porque querer es un verbo ambivalente: se quiere lo que se ama, pero también se quiere lo que simplemente se desea. Por supuesto que nos responderán que están seguros de que se aman, que el suyo es un sentimiento muy intenso, ¿Cómo van a dudar?
Es esa profunda emoción que sienten los jóvenes enamorados lo que para ellos es la prueba inconfundible de que se aman; y sin embargo no es mucho menos decisiva e incluso puede resultar muy sospechosa: porque puede ser que estén confundiendo el amor con el deseo; puede que crean que están amando cuando en realidad sólo están deseando. Porque el deseo, sí, produce emoción, muchas veces una intensa emoción, pero el amor no precisamente produce emoción, aunque muchas veces vaya acompañado de la emoción, pero otras muchas, no. De hecho prescinde de la emoción, porque el amor radica propiamente en la voluntad libre; el amor se funda en una valoración: es lo que una persona vale para mí, por lo que es ella en sí, y esto hace que me identifique con ella, que mire su felicidad como la mía propia que quiera servirle a ella y no servirme de ella, que quiera el mayor bien para ella.
Y este amor está más allá -y por encima- del deseo y de la emoción: por eso, el que realmente ama, no se deja llevar del deseo o no deseo, de las ganas o desganas, de la emoción o no emoción. El supremo acto de amor es el de dar la vida por el amigo, y no creo que el que esté dando su vida por otro, sienta un gusto y una emoción intensa. Al contrario, es precisamente porque va acompañado de una repugnancia enorme, y de un tremendo anti-deseo por lo que conocemos la grandeza de ese amor.
Sentir una intensa emoción por una persona, no es sinónimo que se la ame. Sin embargo esta emoción que siente es lo que convence a los jóvenes de que se aman profundamente. Una confirmación de esto es el número creciente de divorcios de jóvenes que se casaron antes de los veinticinco años. Quizá los que más seguros están de que se aman, son los que menos aman y menos capacitados están para amar, porque precisamente el amor auténtico sólo puede darse en una persona madura, una persona que se auto posee a sí misma, para poder disponer de sí misma y hacer la donación de sí mismo a la persona amada.
¿El sacrificio no es siempre señal de amor?
Claro que responden a esto y dicen que lo suyo no es sólo sentimiento, que los dos se sacrifican el uno por el otro y están dispuestos a sufrir y de hecho han sufrido mucho por conservar su amor. Y esto les confirma de que lo suyo es realmente amor. Porque ¿no dice todo el mundo que el amor se conoce en el sacrificio? Sin embargo esta es otra frase que todo el mundo repite sin profundizar mucho en su significado. Porque una cosa es que aquel que ama se sacrifica por la persona amada y otra cosa es que, el que se sacrifica por una persona es señal de que la ama. También se sacrifica uno por lo que desea.
Pero es que, aunque en realidad se amen, el amor no justifica el que se acuesten juntos: y precisamente porque se aman. Porque el amor conyugal es una mezcla de deseo y de amor. Pero es la parte que hay en él de deseo lo que sobre todo empuja al hombre a la unión sexual, pero no precisamente la parte que corresponde al amor.
Al contrario, el amor lleva muchas veces al hombre a abstenerse. Un esposo puede estar deseando vehementemente a su esposa y el deseo lo está empujando violentamente a una relación sexual. Pero la esposa está cansada, está triste y abatida, no está en actitud y el marido, precisamente porque la ama, se abstiene de tocarla. Si sólo se dejara llevar del deseo, no la respetaría; es pues, sólo el amor lo que lo está deteniendo. Entonces no es concluyente esa razón que se da para justificar las relaciones prematrimoniales: "nos queremos tanto que tenemos que expresarlo sexualmente". ¿No deberían decir mejor: nos deseamos tanto que tenemos que acostarnos juntos?
Es decir, que hay situaciones en la que el mismo amor le al hombre controlar su deseo sexual. Y una de éstas es el noviazgo. La razón es que la unión sexual es el lenguaje del amor total y en el noviazgo no existe una situación de amor total, aunque los novios muchas veces creen que existe.
Sexualidad: lenguaje de amor total
La unión sexual es el lenguaje del amor total porque es la máxima expresión que existe del amor total: la unión sexual es el único acto en que el hombre puede expresar su amor todo él, alma y cuerpo a toda ella, alma y cuerpo. Todo él la ama a ella y viceversa. Es el amor total. Y con la máxima intensidad, hasta el paroxismo, hasta el éxtasis. No existe otra expresión del amor que sea a la vez tan intensa y tan extensa y que abarque a todo el hombre.
Y por lo mismo es también la expresión de la donación total que es el amor. Porque en la unión sexual se donan a sí mismos totalmente el uno al otro de tal manera, que de por sí, por su misma naturaleza, esta donación tiende a plasmarse en un nuevo ser que no es más que la donación mutua del padre y de la madre plasmada en carne: porque el hijo es todo él pura donación del padre y todo él pura donación de la madre. El hijo no es más que el yo del padre y el tú de la madre fundidos en un nuevo yo, que es al mismo tiempo el nosotros del padre y de la madre. Y por eso un hijo debe ser el fruto del amor total de los padres. Esta capacidad que de por sí tiene toda unión sexual de originar un nuevo ser, que es lo que hace que este acto sea el acto más serio, y al mismo tiempo el más gozoso que existe: porque el crear es el acto más serio y gozoso que existe y más si es crear un nuevo hombre, que es un ser hecho para el amor: para amar y ser amado temporal y eternamente. Y el acto en que se crea un ser así ¿no exige ser un acto que por su naturaleza sea la expresión de un amor total? ¿Para cuándo lo dejamos entonces?
El noviazgo ¿situación de amor total?
En el noviazgo no existe todavía una situación de amor total. Porque en el noviazgo ese amor no es todavía definitivo. No digo que no pretendan que sea definitivo y que en su interior no lo sea. Pero esto no basta: el hombre es un ser social por naturaleza y un compromiso no es considerado definitivo hasta que no ha sido reconocido y refrendado públicamente por los representantes oficiales de la sociedad. En realidad, este compromiso continúa siendo privado, no tiene validez pública y por consiguiente no tiene toda la fuerza obligante que podía tener: no es un compromiso total. Y de hecho el hombre no se siente definitivamente obligado por ese compromiso. Y esto lo saben los hombres: por eso cuando quieren realmente una cosa la quieren firmada, por escrito y con testigos. Y hasta que no lo tienen así, saben que no es definitivo, por muchas promesas y muy sinceras que se les haga: pueden suceder muchas cosas. Y en nuestro caso pasa igual: los novios saben que no están definitivamente obligados, se pueden volver atrás y muchas veces lo hacen: habrán roto su palabra, pero ahí queda todo.
Hoy se están poniendo de moda las uniones hechas por el sentimiento, que como hemos dicho, no es lo mismo que el amor. Porque como dicen: "lo que hace el matrimonio es el amor y si dos se aman ¿para qué necesitan unos papeles y unas firmas? ¿Y si no hay amor de qué valen esos papeles y esas firmas? Cierto, lo decisivo es el amor y en verdad que los papeles no hacen al amor; pero el amor si hace los papeles. Porque cuando uno ama de una manera total, exclusiva y definitiva quiere dar a su amor el carácter más total, exclusivo y definitivo que puede. Lo que sucede es que esos que así hablan tienen miedo de comprometerse definitivamente, porque en realidad no se aman, se quieren como se quiere un juguete que saben que algún día los aburrirá y quieren tener las manos libres para tirarlo sin compromisos. Tienen razón, lo que hace el matrimonio es el amor; pero precisamente por eso no se casan: porque lo suyo no es el amor.
Podemos añadir también que no existe una situación de amor total, porque en el noviazgo la donación de sí mismos no es total; aunque lo deseen con toda el alma. Yo puedo tener unos deseos intensos de donar a alguien un millón de euros, pero hasta que de hecho no se lo haya dado, la donación no es total. Puede ser que los novios tengan un deseo enorme de hacer la donación de sí mismos el uno al otro, pero hasta que de hecho no se hayan donado, es decir, hasta que no hayan puesto sus vidas en común de una manera definitiva e irreversible y vivan juntos, gocen juntos, trabajen juntos y sufran juntos no existe una donación total.
Esto no significa que en el matrimonio exista siempre esta situación de amor total: sólo que únicamente en el matrimonio puede existir, porque sólo el matrimonio es una estructura creada por el amor y que de por sí es exclusiva, definitiva y total, como debe ser el amor conyugal.
Por consiguiente, si el noviazgo no es una situación de amor total, es un engaño, es una estafa el estar usando en él el lenguaje del amor total. Y si en el noviazgo no existe todavía una donación total, es inmoral poner el acto que es la expresión de esa donación total. En resumen: que si esas relaciones sexuales tienen por deseo o principalmente por deseo son inmorales; y, si se dicen que se hacen por amor, en realidad no sería un auténtico amor. en ningún caso , pues, están justificadas. Naturalmente que, si como con frecuencia pasa, se confunde el amor con el deseo y no se han descubierto estos valores y mucho menos se poseen, la posición de la Iglesia al declarar inmorales las relaciones pre-matrimoniales parecerá anacrónica y sin sentido.
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