El tópico (de derechas) dice que la izquierda –toda izquierda– es woke, que le encanta derribar estatuas y decir elles. Pero luego viene la otra parte de la historia: la que cuentan fuerzas progresistas emergentes, como Sumar y Más País en España, que vienen a facilitar la vida a las familias y a marcar la agenda en temas que supuestamente importan a los conservadores, como la conciliación y los cuidados.
“¿Cómo definiría Sumar en términos ideológicos (…)?”, le preguntaban a Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno de PSOE-Unidas Podemos y ministra de Trabajo, tras anunciar su candidatura a La Moncloa por su flamante nueva plataforma. Y en la misma respuesta en la que podía haber despejado la duda, ella clava su mensaje: “Hay que procurar a los ciudadanos una economía para alcanzar una buena vida”.
A fecha de hoy, Sumar sigue sin definirse en su web como una iniciativa de izquierdas. En cambio, pone el acento en la transversalidad: “Seas como seas, vengas de donde vengas, hables la lengua que hables, todo el mundo es bienvenido”.
Es un mensaje poderoso. Sobre todo, porque va unido a este otro: aquí sí te escuchamos, aquí sí te ofrecemos “esperanza”, no como los partidos tradicionales, incapaces de atender las “demasiadas heridas” que arrastra la sociedad actual.
Política útil
El discurso es conocido… o puede que no tanto. Retoma la cantinela del “no nos representan” que está en el origen del 15-M y de otros movimientos de indignados, pero la reelabora con más humildad y sentido práctico: Sumar no se presenta como la voz del pueblo, sino como “una herramienta”, “un movimiento” que hace espacio a “toda la ciudadanía que quiera implicarse”.
Tampoco habla de casta ni de élites corruptas, aunque sí planta cara a “quienes practican las políticas del dolor”, como describe Díaz a los partidarios de la austeridad neoliberal. Frente a ella, reivindica una política que sirva “para mejorar la vida de la gente”.
Es una de las señas de identidad de la izquierda transversal: la voluntad de hacer una “política útil”, que traiga bienestar contante y sonante. Para eso, los partidos deben dejar de mirarse al ombligo –el “politiqueo”– y dedicarse a la “política de la grande”, a la “política con mayúsculas”; es decir, a la que “llega a acuerdos”. Todas estas expresiones de la líder de Sumar sintetizan bien el sentir de una izquierda que se ha cansado de la teatralidad y el empecinamiento ideológico.
Alternativa verde, decepción morada
La izquierda transversal viene a romper el techo de cristal que ha tocado la izquierda dura de Unidas Podemos y, de paso, a relanzar la ilusión dilapidada tras el 15-M. Se diferencian, principalmente, en la forma de hacer política: no hablan solo para los suyos, sino que vienen “a ganar un país”, en palabras de Díaz; a generar un consenso que cambie las reglas del juego, como dice Íñigo Errejón, líder de Más País.
Aunque Sumar todavía se está haciendo, ya tiene claro cuál es su puñado de ideas-fuerza: quiere un país “con trabajo decente y mayor igualdad, líder en una transición ecológica justa y vanguardia feminista y del conjunto de derechos y libertades”.
Es el mismo mensaje que lleva años repitiendo Errejón: “Hoy día lo más valiente es llegar a acuerdos. Por un gobierno progresista que nos permita ser un país más verde, más justo, más feminista”. Esta frase escuetísima, recogida en uno de los primeros panfletos electorales de Más País, condensa un programa ilusionante –“la alternativa verde”–, pero también una gran decepción.
Recordemos la historia reciente, cuando Pablo Iglesias y Errejón discutían cuál debía ser la estrategia de Podemos. “El día que dejemos de dar miedo (…) seremos uno más y ese día no tendremos ningún sentido como fuerza política”, decía Iglesias, entonces secretario general de la formación morada, en septiembre de 2016. Y Errejón, número dos, respondía: “A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros”.
Hubo réplicas y contrarréplicas, hasta que Errejón dejó Podemos y fundó su partido. Desde entonces, no ha dejado de insistir en el mismo mensaje: para transformar la sociedad, es preciso dejar la estridencia y abrirse a una “mayoría popular”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario