miércoles, 29 de abril de 2009

Nadal, ejemplo dentro y fuera de la pista

El tenista inspira un caso en el IESE como modelo de identificación y gestión del talento. Llegar a ser el número uno no es mera cuestión de suerte. Cristina Blas nos lo cuenta.

¿Qué tienen en común el tenista Rafael Nadal y una clase en una escuela de negocios en Nueva York? A primera vista podría pensarse que nada, pero un profesor del IESE, Santiago Álvarez de Mon, ha convertido la fulgurante trayectoria del deportista español más reconocido en un caso de estudio para los futuros líderes de los negocios, porque los valores sobre los que sustenta su carrera deportiva se pueden aplicar al mundo de la empresa. Así que se utilizará para las clases impartidas en España por la escuela, pero también en Nueva York, en Latinoamérica y en China.

Y es que los valores que han marcado su trayectoria son “universales”. Para los ejecutivos noveles es un ejemplo de cómo cultivar la disciplina, el sacrificio o la humildad para llegar a lo más alto y mantenerse ahí. Los más experimentados también pueden aprender “cómo plantearse el futuro en un cargo que tiene fecha de caducidad”.

Álvarez de Mon explica que los adjetivos que definen la personalidad de un deportista de élite y que se podrían aplicar a un alto ejecutivo son disciplina, constancia, energía y perseverancia. Antes de llegar a la cima, Rafa Nadal también perdió partidos, pero no tiró la toalla y consiguió su objetivo. “Hay que trabajar estas cualidades día a día”, insiste el experto.

El caso también hace referencia a la relación del mallorquín con el suizo Roger Federer. “Son dos caballeros que compiten de forma muy elegante”, señala Álvarez de Mon, lo que muestra una calidad humana más allá de la competitividad natural entre rivales.

De Nadal se pueden extraer diez lecciones clave para el mundo de la empresa:

1. Talento. Con talento se nace, pero también hay que desarrollarlo. Nadal empezó a jugar al tenis con cinco años y, desde el primer momento, tuvo la intuición de cómo se cogía una raqueta, pero comenzó con un duro entrenamiento que le ha llevado a ser el número uno con 22 años. Un directivo también debe tener unas características innatas, pero sin olvidar la formación y el desarrollo.

2. Carácter. El tenista español es un ejemplo de cómo un carácter fuerte y decidido puede llevarte hasta la cima. Como señala Álvarez de Mon, junto al talento es “el segundo motor de un tándem invencible”.

3. Aprendizaje. Porque un deportista de éxito nace y se hace, y lo mismo le ocurre a un directivo. En el deporte y en la empresa es necesario tener una relación natural con el error y estar dispuesto a aprender y a emprender. En Nadal, la técnica es una parte muy importante, pero no lo es menos su actitud de constante superación y su control mental.

4. Valores. Si hay algo en lo que coinciden medios de comunicación y analistas deportivos es que el Nadal persona es casi tan grande como el Nadal deportista, que ha ganado todo lo que se podía ganar. Antes de llegar a ser el número uno hay que trabajar valores como la humildad, para tener unas raíces sólidas que permitan afrontar tanto el éxito como el fracaso.

5. Equipo. El tenista juega solo normalmente, pero detrás tiene un gran equipo. En el caso de los ejecutivos y altos directivos, también es fundamental rodearse de un equipo capaz y motivado. “En la sociedad del poder, siempre hay compañía en la sombra”, aunque la última decisión la tome el líder. Y ya se sabe, el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.

6. Mentalidad positiva. Este punto en época de crisis es más complicado, pero también más importante. Hay deportistas que pierden un partido antes de jugarlo, y lo mismo ocurre en la empresa. “El secreto radica en ver el problema y convertirlo en oportunidad, aunque para eso, además de perspectiva, también hay que ejercitar la fortaleza mental para dar lo mejor en los momentos más difíciles”, señala el autor del caso.

7. Entorno. El entorno personal es fundamental a la hora de forjar la personalidad de alguien que, con 22 años, es conocido y reconocido en todo el mundo. Invertir en la persona y no sólo en el profesional puede ser de gran ayuda.

8. ‘Coach’. “Una persona con talento suele ser la última en darse cuenta de que lo tiene”. Así que necesita un buen entrenador (coach) para identificarlo, seleccionarlo e impulsarlo convenientemente de modo que se desarrolle y dé sus frutos. En el caso de Nadal, su tío Toni descubrió su don innato, se convirtió en su entrenador y le llevó al número uno. En el mundo de la empresa también es cada vez más común el coaching para abrir la mente del directivo y desarrollar al máximo sus capacidades para enfrentarse a situaciones difíciles.

9. Presión. “La única forma de soportar la presión de la alta competición es relativizar y saber que hay algo más que ganar una copa”, señala el autor. En la empresa y más hoy en día, la presión es un componente habitual del día a día. Trabajar sin que afecte más de lo necesario es un reto.

10. Colaboradores. “El riesgo de un alto ejecutivo o de un deportista de elite es rodearse de gente que sólo dice lo que uno quiere oír”, explica Álvarez de Mon. Potenciar el diálogo ayudará a detectar los problemas y a encontrar soluciones más constructivas.

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